martes, 8 de junio de 2010

Penguin Kiosk

Miércoles. 12 pm. Llueve parcialmente. Estoy currando en uno de los kioskos del zoo, pero no en el Rainbow, donde me suelen poner, sino en el Penguin. Éste no es el mío, sino de otro chico, pero está en su day off, así que es lo que hay. No me quejo.

Limpio. No viene nadie. Ordeno. No viene nadie. Limpio y ordeno a saco, otra vez. No viene nadie. Barro. No viene nadie. Repongo bebidas. Sigue sin venir nadie. Así durante dos horas. Al final no había nada más para ordenar o limpiar en el puto kiosko. Decido sentarme en una silla hasta que viera aparecer a mi jefe y pretendiera limpiar y ordenar.

No sé cómo, pero veo encima del frigorífico de las botellas de IRN-BRU una libreta. Concretamente una libreta con la cara de un mono en la portada (recordemos, estamos en el zoo).

Lo primero que pensé fue que perteneció por unas horas a algún cliente y al venir a comprar a este kiosko, se la olvidó en la encimera y el chico que normalmente trabaja en el kiosko la puso ahí.

La abro, inocente de mí, pensando encontrar una libreta completamente vacía. Con las hojas nuevas, intactas. Una libreta aburrida, tal y como estaba siendo ese día. Pero no.
Me encuentro con una declaración de amor, en inglés. Claramente la primera frase lo era. No me pude resistir; seguramente era lo único interesante que me iba a pasar en ese día, no pude evitar leerlo, incluso sabiendo a quien pertenecía esa libreta, al chico que siempre trabajaba ahí.

With love and affection from the one who often comes in my dreams,
often make me smile when I am down,
often make me cry when I am alone,
but still lost somewhere.

One I never have seen,
one I never have met,
one I always imagined,
one I always dream about.

Is lost somewhere in the darkness of dreams,
whispering of wind, numbness of night.

One, is the beauty I always admired!
I never knew the real face of life untile I turned 22, its all different here (...)

---

Oigo la puerta. Aparece mi jefe, me dice que cierre y que me pire a casa.

jueves, 3 de junio de 2010

Vagabundo en África

Uno ama su tierra, pero si te has marchado siendo joven, ya no puedes vivir sin la tierra que te ha acogido. Cuando uno viaja, se convierte en un ser extraño: no estás a gusto en tu patria, pero cuando estás fuera la echas de menos. Te quedas sin alma al irte, y no la recuperas al regreso. Te vas y deseas volver, regresas y quieres escapar. Es una contradicción irresoluble.

-Javier Reverte.